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domingo, 15 de mayo de 2016

Calmar la furia de los dioses

Montevideo, agosto de 2015
Con el paso de los días va quedando claro algo que parece ser crónico en esta sociedad contemporánea, que gusta más del escándalo que de atender seriamente los problemas para resolverlos.
Los episodios recientes acerca de lo ocurrido en el Sirpa son una muestra de ello. Con asombrosa virulencia se desplegó una arremetida en todos los medios de comunicación y redes sociales apuntando a la cabeza de Jose Lorenzo López, del funcionario que le pegó a un interno en el piso, y de toda la “patota” que se vio en el famoso video de los incidentes en el INAU.
De pronto, todo el mundo se puso de acuerdo. Es una de las pocas veces en que izquierda, derecha, centro, gobierno, oposición, la INDDHH, los radicales y los conservadores cantan al unísono la melodía contra funcionarios públicos y dirigentes sindicales.
Cuánto más pasa el tiempo, más claro queda que el polémico video vio la luz con el único objetivo de dañar la imagen y la moral de los funcionarios y, principalmente, del dirigente sindical aludido. No se ha visto a nadie hacer un análisis, aunque sea somero, de las condiciones de reclusión y trabajo en los centros del SIRPA.
Los jóvenes que allí llegan lo hacen con una violencia latente, y el lugar que los recibe, lejos de intentar neutralizarla, la alienta, en virtud de las pésimas condiciones de reclusión que los albergarán y de la ausencia de programas de rehabilitación contundentes. Entre medio de la violencia que ya traen los internos cuando ingresan y la violencia que generan las condiciones sistémicas, están los funcionarios, también insertos en una situación de violencia y sometidos a un estrés y hostigamiento psicológico sin descanso, ya que estos no tienen manera de rotar.
Este coctel explosivo en algún momento debe detonar y una vez que lo hace, tenemos dos opciones. Una es la de sentarnos a analizar seriamente las causas por las cuales ocurren estas cosas y trabajar para arreglarlas definitivamente. La segunda opción es observar desde la tribuna el video, absolutamente descontextualizado, y procurar el sacrificio de algunas víctimas para calmar la furia de los dioses, que no es más que lo que se está haciendo con el dirigente sindical Jose Lorenzo López y con el funcionario que agredió a un interno en el piso.
En caso de que López caiga, y también lo haga el funcionario que agredió a un interno en el piso, los ánimos de la verdadera patota (la opinión pública) se aplacarán y el resultado de semejante nadería será que todo seguirá igual. Otro dirigente tomará el lugar de López, y otro funcionario en algún momento va a descargar su ánimo sobre otro interno, porque sencillamente quienes deben hacer algo para arreglar esta situación no han hecho más que intentar la caída de algunos hombres para limpiar su imagen y no parecer lo tan incompetente que ya son.
Prueba de esto es que una ministra de Estado, lejos de hacer el mea culpa que le cabe al gobierno por no tomar cartas en el asunto en la raíz de estos problemas, ha aprovechado su posición para obtener la atención de la prensa procurando, no solo la caída de López como dirigente sindical, sino su destitución como funcionario público.
Los que se alzan con la bandera de la defensa de los derechos humanos de los internos, y rasgan sus vestiduras ante estos hechos, bien saben que esto no lo soluciona la caída de uno o dos funcionarios. Bien saben que la responsabilidad es política y está en el más alto nivel, pero ahí no se animan a golpear. Entonces todo queda en un lamentable circo tribunero, que de tan ineficaz que es, raya con la inmoralidad.


esd

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